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  • Foto del escritorCírculo Feminista

El día después del 8 de marzo

Rita Astrid Muciño Corro


El feminismo es un tema que en pleno siglo XXI, continúa generando polarización. Cuando de feminismo se trata, pareciera que todas las personas sienten la imperiosa necesidad de opinar y refutar, aunque su argumento carezca del sustento suficiente para respaldarlo.


No se me malinterprete, con ello no quiero decir que únicamente es posible hacer una intervención al respecto, una vez agotada una cantidad considerable de densa lectura feminista. El propósito de esta reflexión es decir, que el feminismo como cualquier otra materia, tiene bases, nociones básicas sin cuyo aprendizaje no es posible conocer ni mucho menos comprender el sentido y la profundidad de este movimiento de emancipación.


Al respecto, me gustaría destacar lo ocurrido en torno a los acontecimientos previos al 8 de marzo, así como a la marcha que tuvo lugar esa fecha en el marco del Día Internacional de la Mujer. Durante la semana, se intensificó el reclamo sobre la necesidad de que el gobierno federal cuente con una agenda articulada y eficiente para garantizar el acceso de las mujeres a sus derechos humanos, finalizando con una marcha en la que miles acudieron a exigir el cese de la violencia basada en el género.


Los anteriores hechos, dieron lugar a una serie de manifestaciones por parte de la ciudadanía, algunos comentarios a favor aunque muchos otros, evidenciando un alto grado de animadversión hacia las mujeres que se han preparado y dedicado sus vidas al logro de la igualdad sustantiva o simplemente, de quienes han decidido actuar ante la difícil situación que nos encontramos experimentando.


En cuanto al último punto, las redes sociales se llenaron de contenidos que más que abordar con fundamentos algún aspecto inherente a la lucha feminista o a la acción ensimisma de recorrer las calles para demandar una respuesta eficaz a las autoridades; se dirigía a criticar a las mujeres, a repeler su comportamiento “indeseado”, a reprocharles por no conducirse con los parámetros socialmente esperados. Esto sin duda, refleja la vigencia del machismo imperante.


El debate en torno al tópico jamás podrá realizarse en igualdad de circunstancias ni conducirá a buen término, mientras alguna de las partes mantenga una postura parcial y ensombrecida por la desinformación. Una convicción de tal naturaleza resulta preocupante, ya que desconoce los ideales que caracterizan al feminismo y peor aún, lo banalizan y ridiculizan, reduciéndolo a una simple impostura de un “grupo de mujeres” asociadas con fines perversos y/o efímeros.


La transición hacia una sociedad justa e incluyente, amerita que ciudadanas y ciudadanos nos informemos para que seamos conscientes de nuestros derechos y los ejerzamos con responsabilidad. Por lo anterior, hagamos un uso adecuado de la libertad democrática de opinar, asumamos con seriedad nuestro papel, reconociendo que en ocasiones, no alcanza contar con un criterio sustentado en el sentido común.

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